II Domingo de Pascua, 12 de abril de 2015




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Hermanos, que la alegría pascual del Resucitado llene nuestras vidas de bendiciones abundantes! Ya ha transcurrido una semana de la Resurrección del Señor. Pero no queda ahí la cosa. Jesús vuelve a hacerse presente en medio de sus elegidos; como de costumbre, lo hace entregándoles su más preciado regalo, la paz. Litúrgicamente hemos estado celebrando ese anuncio de la Resurrección durante los días ‘octavos de Pascua’ de la semana que concluye. Y nos podemos preguntar: ¿Creemos que Jesús padeció, murió y, al tercer día, resucitó? Porque si no nos fiamos del testimonio de los Apóstoles, entonces nuestra fe es demasiado pequeña y no tiene dónde agarrarse. Tendremos, pues, que unirnos al Apóstol Tomás y clamar al Señor diciendo: ‘¡Señor mío y Dios mío!’
Dispongámonos para que el Señor se haga presente en medio de nosotros –como lo hace cada Domingo- y que derrame sobre nosotros Su Misericordia -que brota de Su costado abierto- y dejemos que nuestra fe reviva. Que la celebración del Domingo de la Misericordia –por disposición de nuestro san Juan Pablo II- haga permanecer y aumentar cualquier cambio que hayamos iniciado durante la Cuaresma y la Semana Santa, para que podamos decir al mundo –con palabras y actitudes- que nuestro Dios está vivo y sigue actuando en nuestras vidas.

PENITENCIAL
Nos sentimos cómodos con nuestro ‘Dios muerto’ y olvidamos que nuestro Dios está vivo, es Dios de Vida y nos pide que actuemos desde la vida. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.
Olvidamos que, como bautizados, somos esa Iglesia de Cristo. Olvidamos que hablar mal de la Iglesia es hablar mal de nosotros mismos. Olvidamos hacer nuestro aporte como comunidad de vida, ayudándola a ser mejor cada día, con oraciones, sacrificios y actitudes realmente cristianas. Cristo de Misericordia, ten piedad de nosotros.
Nos preocupamos poco por aumentar nuestra fe, y la llenamos de otras creencias que nos alejan del Plan de Dios. Señor de Misericordia, ten piedad de nosotros.

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Escucharemos un fragmento del libro de los Hechos de los Apóstoles como I Lectura; en el mismo se narra la manera como vivía la primera comunidad cristiana, esto es, la Iglesia. Si nos fijamos en los detalles que refiere podremos tomar la decisión de imitarlos y reestructurar nuestro proyecto de vida como Iglesia que somos, como ‘familia de Dios’, ya que nos anima el mismo Jesús Resucitado.
SALMO.- El Salmo 117 canta -para nosotros hoy- la alegría del Paso del Señor sobre la muerte, dándonos Su vida. En tiempos de Jesús, en cambio, se tenía este Salmo como alabanza a los éxitos militares de Judas Macabeo contra los sirios. Este himno se utilizaba en la procesión de entrada al Templo durante la fiesta de las tiendas o tabernáculos.
SEGUNDA.- La II Lectura corresponde a la I Carta del Apóstol San Juan, donde se establece la relación que existe entre el amor a Dios y a las personas, a través de una vida coherente con el mensaje de Cristo y el cumplimiento de los Mandamientos. Pues solo así se construye y fortalece nuestra fe. ¡Que nuestro ejemplo hable de nuestra fe en Cristo!

EVANGELIO.- Para el evangelista san Juan la Resurrección de Cristo nos trae un mundo nuevo; y en el ‘primer día de la semana’ Jesús se hace presente  y les regala a sus discípulos la paz y Su Santo Espíritu. Continúa la narración hasta el siguiente Domingo, cuando Tomás –quien estaba ausente y no había querido creer lo que le decían de Jesús- vive su encuentro con el Resucitado. Hay un reproche –‘No crees si no ves’- y una bienaventuranza –‘dichosos quienes creen sin haber visto’. ¿Dónde nos ubicamos nosotros?

 ORACIÓN DE LOS FIELES
1. Oremos por la Iglesia, por el Papa Francisco, por todos los obispos y sacerdotes para que recuerden que en ellos todo el mundo debe encontrarse con Jesús. Roguemos al Señor.
2. Oremos por nuestra parroquia, por quienes la integramos: sacerdotes, catequistas, grupos parroquiales, todos los que a ella acuden. Que recordemos que la Pasión y Muerte del Señor deben dar muestras de la Vida del Resucitado en nosotros dondequiera que estemos. Roguemos al Señor.
3. Oremos por quienes sufren en el mundo entero a causa de su fe en Cristo Resucitado. Oremos por quienes causan tales sufrimientos. Roguemos al Señor.
4. Supliquemos por el éxito de nuestros proyectos parroquiales. Roguemos al Señor.
5. Hay gente que cree en cualquier cosa que se les presente. Hay gente que decidió dejar atrás su fe en Dios. Oremos, pues, por los crédulos y por los incrédulos. Oremos para que su fe sea iluminada por la Misericordia de Dios y sea fortalecida en el día a día. Roguemos al Señor.
6. Señor, es realmente corto el tiempo que se dedica a la formación de  niños y jóvenes para recibir los sacramentos. Haz que, a pesar de eso y de las limitaciones de la Catequesis, ellos tomen la decisión de dar al Señor un lugar de privilegio en sus vidas y que se decidan a conocerlo y amarlo cada vez más. Roguemos al Señor.
7. Por las familias implicadas en los procesos de Catequesis, para que el sacramento que uno de sus miembros reciba les anime a acercarse más a Dios y asumir un estilo de vida auténticamente cristiano. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
1. Dice la Palabra que el soldado clavó la lanza en el costado de Jesús y, al punto, brotó Agua y Sangre. Hoy queremos romper las lanzas que clavamos en nuestros semejantes para aceptar la paz que nos trae la Presencia del Señor Jesús. (Se porta una lanza y se rompe al terminar de escuchar la monición; se coloca ante el altar la palabra ‘Paz’)
2. Con esta lámpara encendida queremos representar nuestros corazones, renovados por el Misterio Pascual. (Se porta un cirio encendido; se coloca ante el altar la palabra ‘Fe’)
3. Señor, nos enseñaste que solo quien se entrega por los demás, los ama. Estamos alegres porque podemos encontrarnos siempre con Tu Presencia eucarística. Al presentar el pan y el vino queremos agradecerte tanto amor. (Se porta el pan y el vino y, una vez entregados, se coloca la palabra ‘Aleluya’ ante el altar).

ORACIÓN FINAL
Señor, la vida nos llena de miedo con sus exigencias. Haz que nuestra fe en Ti sea tan grande que pueda vencer todos esos obstáculos y descubrirte en nuestro prójimo para que seamos capaces de seguir a Jesús –a quien no hemos visto- y fiarnos de su Palabra y del testimonio que otros nos han dado de Él. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amé

Comentarios

Entradas más populares de este blog

ACCIÓN DE GRACIAS POR EL CUMPLEAÑOS 80 DE MARÍA NINFA NAVA DE PARRA

Solemnidad de Nuestra Señora del Carmen 16 de Julio de 2015

Misa de Grado, XXXII Promoción Bachilleres en Ciencias, C.C.B. 'Haydee Cárdenas', 20 de julio de 2016