VI Domingo del Tiempo Ordinario 15 de febrero de 2015





MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para quienes asistimos hoy a la Fiesta del gran amor de Dios, la Eucaristía! Es este Domingo VI del Tiempo Ordinario un día de hermandad, de alegría, de sanación y superación de nuestras dificultades, ya que con nosotros está Aquél que se sacrificó por nosotros, no para buscar beneficios, sino para darnos lo que necesitábamos. Su amor siempre es Buena Noticia. Porque Jesús responde con Su amor a nuestras más duras realidades. Y ante una sociedad que nos marca y separa, Él viene a decirnos que ya no hay motivos para estar solos, aislados, pues Él ha venido a levantarnos, a sanarnos, a devolvernos la alegría perdida.
Alegrémonos, pues, en el Señor; entreguémosle todo lo que nos produce dolor. Él ha venido a encontrarse con cada uno, cada una, porque nos conoce y nos ama de forma particular.
¡Dejémosle actuar! Cantemos y alegrémonos, por tanto,  con el Señor, que viene a sanarnos y liberarnos.

PENITENCIAL
1. Porque muchas veces nos hacemos como si no viéramos el sufrimiento de quienes están cerca, simplemente para no tener que ayudarlos, Te decimos: ¡Señor, ten piedad!
2. Porque, aun sabiendo que causaremos dolor a quienes nos aman, decidimos hacer lo que está mal, nos aislamos y decimos palabras fuertes, Te decimos: ¡Cristo, ten piedad!
3. Porque nos olvidamos de Tu Cruz, Señor, y Te sacamos de nuestra vida diaria; porque Te dejamos para la hora de los Domingos y nos creemos todopoderosos, te decimos: ¡Señor, ten piedad!

MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
PRIMERA.- Si bien era necesario proteger a la sociedad del contagio de la terrible enfermedad de la lepra, del libro del Levítico se nos leerá la fuerte ordenación jurídica y religiosa que pesaba sobre quienes la contraían. Podemos ver que nosotros mismos y la sociedad aislamos a muchas personas por su enfermedad, por su forma de ser o por su pecado. Jesús no lo hará jamás.
SALMO.- El 31 es un Salmo Penitencial. Nos anima a reconocer la bondad de Dios, que siempre está dispuesto a perdonarnos; sólo pide que nos acerquemos a Él con humildad, arrepentidos de lo que hemos hecho mal. ¡No lo olvidemos!
SEGUNDA.- Es muy sencilla la enseñanza de Pablo en su I Carta a los Corintios. Todo es bueno y útil para glorificar y agradecer a Dios. Hemos de hacer lo que nos corresponde, hacerlo bien, hacerlo por Dios; sólo así testimoniaremos al mundo que Dios nos ama y nosotros a Él. Así, además, evitaremos los malos ejemplos y crecerá Su Iglesia.
EVANGELIO.- En el Evangelio de san Marcos comprenderemos que Jesús no violaba la Ley de los judíos por violarla, sino porque era injusta. Movido por el amor, Le veremos tocar y sanar a un leproso que se atrevió a acercársele -violando, también éste, la Ley. Porque ¿qué ley puede impedirnos hacer el bien a las personas? Nuestras vidas llegan a un punto en que no tenemos otra salida que acercarnos a Jesús. Él siempre tendrá tiempo para atendernos.

 ORACIÓN DE LOS FIELES
1.- Oramos por la Iglesia y sus representantes, para que no sean indiferentes a los problemas, miserias y necesidades de las personas; para que, compadecida, se acerque sin miedo a los más necesitados y humildes. Roguemos al Señor.
2.- También oramos por nuestros gobernantes para que, intentando resolverlo todo ellos solos, no estructuren legislaciones injustas que destruyan la vida y deshumanicen a los ciudadanos. Que abran sus sentidos a Dios. Roguemos al Señor.
3.- Nos vemos bien y creemos estarlo hasta que un examen casual descubre la enfermedad. Oramos para que quienes padecen enfermedades fuertes puedan acercarse a Ti, Señor y encontrar la sanación. Roguemos al Señor.
4.- Muchas otras veces tenemos salud física, fuerza y juventud, pero padecemos depresión, remordimiento por el daño causado a otros, egoísmo, materialismo, dureza, prepotencia, falta de fe… Oramos para que nos ayudes a verte y encontrarnos contigo, para que nos atrevamos a suplicarte y nos dejemos tocar por Tu amor. Roguemos al Señor.
5.- Oramos -¡y mucho!- por nuestras familias. Para que no piensen que el dinero y el poder social, político o de cualquier otro tipo, lo son todo; para que sus miembros puedan entregar a Dios la lepra del rencor, de la indiferencia ante el sufrimiento, del desprecio o el desamor. Roguemos al Señor.
6.- Oramos al Señor que, por el poder de Su Santo Espíritu, nos descubra la lepra que cada uno de nosotros tiene, de manera que podamos acogernos al amor misericordioso de Dios, confiar en Él y dejarnos transformar. ¡Y que seamos agradecidos! Roguemos al Señor.

7.- Sólo faltan unos meses para que vivamos un encuentro personal con el Señor Jesús a través de los sacramentos. Oramos para que sea un encuentro transformador, que nos enseñe a amarlo de tal manera que ya no queramos vivir lejos de Él. Roguemos al Señor.
8.- Pronto llegará la Cuaresma.  Recordamos a muchas personas conocidas o familiares que ya no están con nosotros, pero creyeron en Dios. Suplicamos al Señor para que encuentren la paz de Su descanso y, libres de toda lepra, puedan alabarle y agradecerle por Su amor redentor. Roguemos al Señor.

OFRENDAS
Señor, nos acercamos hasta Tu altar reconociendo la lepra de nuestro pecado. ¿Qué haríamos sin Ti? Somos incapaces de cambiar nuestras realidades personales sin Tu ayuda. Por eso, nuestra gran alegría es que, muy pronto, estas especies de PAN Y VINO que llevamos hasta el altar, se transformarán en TU CUERPO y en TU SANGRE por la acción sacramental, según ha sido Tu voluntad. Con estas especies va nuestra fe –pequeña, pero en crecimiento-, nuestras vidas todas, nuestras historias personales. ¡Tócanos, Señor, que eso bastará! 

ORACIÓN FINAL
Señor, Te necesito. Cada día verifico más que, sin Ti, nada soy. Toma este dolor que me aleja de todos y lléname de Ti. Transforma mi lepra. restáurame con Tu amor. Amén. 

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