V Domingo del Tiempo Ordinario 8 de febrero de 2015
MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy
buenos días, hermanos y hermanas! Seamos todos bienvenidos a nuestra reunión familiar
con Jesús, que está siempre con nosotros y nos ha invitado para celebrar la
Eucaristía del V Domingo del Tiempo Ordinario. Hoy nos encontraremos con la
realidad del sufrimiento, que es una realidad en el mundo: nuestra felicidad se
ve afectada por la enfermedad física, mental o espiritual, por el dolor. Pero
hemos de saber que eso pasará; porque,
cuando confiamos en Dios, descubrimos que Jesús tiene un compromiso de
redimirnos del dolor, de la injusticia, de la esclavitud. Debemos aprender a
esperar en Dios. Él nos ama. Por eso sufrió el martirio de la Cruz, a la que
nos unimos en nuestros sufrimientos. Pero, recordemos, que la Resurrección fue
la consecuencia de la Muerte. Por tanto, dejemos que triunfe la vida sobre la
muerte, el gozo sobre el llanto, pues nuestro Dios está dispuesto siempre a
escucharnos y ayudarnos.
PENITENCIAL
1.
Aunque sabemos que está mal, muchas veces olvidamos entregarte nuestras enfermedades,
Señor, y se las encomendamos a brujos y adivinos. ¡Señor, ten piedad!
2.
Nuestros corazones son muy sensibles, se hieren fácilmente y cuesta mucho
curarlos. Por el rencor que en ellos guardamos. ¡Cristo, ten piedad!
3.
La fortaleza viene del servicio a otros, de la oración y del silencio para
escucharte, Señor. Pero olvidamos hacer todo esto. ¡Señor, ten piedad!
MONICIONES SOBRE LAS
LECTURAS
PRIMERA.- Como primera
lectura, en el libro de Job nos encontraremos con un relato lleno de sinceridad
y del más profundo y conocido dolor humano. Sin saber qué hacer con su vida,
que dura y resulta demasiado pesada, Job se encuentra hundido en su dolor, así
como nos ocurre muchas veces a nosotros mismos. Sin embargo, hemos de descubrir
que todo dolor puede ser redimido por Dios.
SALMO.- En sintonía con el creyente que sufre en
su cuerpo el mal o la enfermedad, el Salmo 146 nos anima a volcarnos a Dios,
que sana los corazones destrozados y venda toda herida. Él vendrá a socorrernos
y tiene poder para consolarnos y sanarnos.
SEGUNDA.- Por el bautismo
nos hicimos mensajeros de la Palabra de Dios.
San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, que es nuestra segunda
lectura de hoy, expresa su muy claro compromiso y responsabilidad de llevar esa
Palabra a toda persona; y no requiere pagos ya que hacerlo es la recompensa:
saber que ha llevado gente a Cristo. ¡Ojalá que compartamos su pensar!
EVANGELIO.- Es muy expresiva la
descripción que hace el Evangelio de San Marcos en cuanto a las actitudes de
vida: la de los enfermos es de confianza en el Señor, a quien se entregan y de
quien reciben la sanación. La de Jesús es la de atender las necesidades reales de
los que sufren. ¡Él puede sanar y liberar! Escucharemos, además, cómo Jesús estaba conectado a Su Padre mediante la
oración.
ORACIÓN DE LOS FIELES
1.
Oramos
por la Iglesia, por el Papa y cada consagrado; por todos los laicos. Haz que
podamos encontrarnos con las realidades de quienes están sufriendo, llevándoles
la Buena Nueva de Cristo, socorriéndoles en sus necesidades y consolando sus
corazones afligidos. Roguemos al Señor.
2.
Oramos
por quienes dirigen y gobiernan a las naciones. Haz, Señor que puedan descubrir
la dignidad de los que gobiernan, se conviertan en promotores de la justicia,
descubran su compromiso personal de servicio y favorezcan, así, la felicidad de
los ciudadanos. Roguemos al Señor.
3.
Oramos
por los que sufren en su alma, mente o cuerpo, o por los que, simplemente, son
diferentes. Por los que carecen de una vivienda digna o son maltratados por su
condición ante la vida. Por los que viven en soledad y han perdido la
esperanza. Roguemos al Señor.
4.
Oramos
por quienes atienden enfermos o personas en condición de dolor. Haz que Te
descubran, Señor, en cada uno de ellos y Te amen en ellos; que puedan llevarlos
a Tu amor mediante Tu Palabra. Roguemos
al Señor.
5.
Creemos,
Señor, que toda comunidad movida por la fe en Ti ha de ser un lugar de acogida
y de encuentro con quienes están definitivamente enfermos y con quienes pasan
momentos de dolor físico, moral o espiritual. Para que quienes Te buscamos aprendamos a llevarte a
estos hermanos y llenarlos de la esperanza que nace y se sostiene en Tu Palabra
de amor y vida. Roguemos al Señor.
6.
Todo
resulta fácil si estamos más o menos sanos. Pero cuando nos corresponde ser
atendidos y obedecer indicaciones, cuando nos toca cambiar de planes por
enfermedad propia o de nuestros familiares, entonces necesitamos descubrir,
Señor, que Tú eres bálsamo de aliento ante los sufrimientos. Debemos rogar por
ellos y pedir la paciencia, que todo lo alcanza. Roguemos al Señor.
7.
Oramos
por los niños y jóvenes que sufren alrededor nuestro y en todo el mundo, para
que encontremos la manera de acercarnos a ellos y ayudarlos en lo que Tú
permitas. Que aprendamos a sacrificarnos, tender a ellos Tu Mano y descubrir la
grandeza de Tu poder sanador en Tu Palabra y en los sacramentos. Roguemos al Señor.
8.
Por
quienes van a hacer su Primera Confesión o Comunión dentro de poco. Por quienes
prosiguen en la Comunión de Perseverancia o la Confirmación. Por sus familias. Para
que descubramos cómo cada sacramento sana y restablece nuestra condición de ‘personas’
e ‘hijos de Dios’. Roguemos al Señor.
OFERTORIO
(Un matrimonio porta
el Cáliz y las Vinajeras, como única ofrenda física. Al llegar a la ofrenda ‘no
visible’ (…) se detienen y continúan caminando hasta el altar cuando el monitor
reanude la lectura.
¡Qué
dicha, Señor, si supiéramos que Tú estás con nosotros, pudiéramos contarte
nuestros sufrimientos físicos, espirituales, mentales o sociales! ¡Qué dicha si
pudiéramos contarte de las personas que sufren o pasan necesidad, seguro
vendrías con nosotros a verlos! ¡Qué dicha cuando descubrimos que el pan y el vino que portamos hasta el
altar se convertirán dentro de poco en Ti mismo! ¡Es que Tú estás en medio de
nosotros, Señor! Es por eso que Te entregamos nuestros sufrimientos y los de quienes conocemos, (…) pues sabemos que ‘una sola Palabra
Tuya bastará’ para sanarnos. ¡Recíbenos, Señor, y sánanos!
ORACIÓN FINAL
Señor,
la pena me consume y creo no poder seguir adelante. El pesimismo me impide
descubrirte y contarte lo que me ocurre en la seguridad de que Tú me escuchas y
atiendes. ¡Dame valor para confiar en Ti, Señor! ¡Dame valor para esperarlo
todo de Ti, mi buen Jesús!
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