II Domingo de Cuaresma, 1 de marzo de 2015




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días, queridas familias, queridos niños, niñas y jóvenes! Sean todas y todos bienvenidos a la Eucaristía de este II Domingo de Cuaresma.
         La semana pasada nos encontramos con que  Dios abandonaba su disgusto con el ser humano a consecuencia de su maldad. Si bien es cierto que Dios no tiene problemas de memoria y que no necesita recordatorios, Dios daba señal de su compromiso mediante un arcoíris. Porque quien nos ama no pide pruebas de amor, sino que nos demuestra su amor.
Hoy comprobaremos que, a lo largo de la Historia de Salvación, ha habido muchas personas que –como Abraham- han dado testimonio de su compromiso de fe y seguimiento a Dios. Abraham supera la prueba que Dios le presenta y recibe multitud de bendiciones para él y su descendencia.
De igual manera, confirmaremos la firme decisión de Dios para salvarnos de nuestro error, de la muerte, del pecado. En este sentido, no duda en ofrecer a su propio Hijo Único, Jesucristo, como la víctima que nos traería la Salvación. Veremos que Jesús escoge a Pedro, Santiago y Juan para que sean testigos de Su Transfiguración. En medio de tal trascendencia, los discípulos se resistieron a aceptar el dolor de la muerte que ya se les había anunciado; quieren permanecer en la manifestación gloriosa de Jesús. No comprendían que sólo en el dolor podemos llegar a la gloria.

 PENITENCIAL
1. Señor,  nos cuesta separarnos del mundo para encontrarte a Ti. Nuestra confianza en Ti es muy débil y exigimos pruebas; por eso confiamos más en las personas que en Ti. Señor, ten piedad.
2. Muchas veces, Señor, Te etiquetamos según nuestro actuar. Como no entendemos Tu entrega total por amor a nosotros, preferimos pensar que ‘lo de Jesús’ no fue tan duro y que nosotros no tenemos que dar tanto. Cristo, ten piedad.
3. Buscamos Tu Presencia, Señor, donde ocurren portentos y fenómenos asombrosos; y Te dejamos en Tu entrega sencilla de cada día. ¡Sólo buscamos milagros! Señor, ten piedad.

MONICIONES A LAS LECTURAS
PRIMERA.- El ser humano siempre ha tratado de entender a Dios; como no logra hacerlo, se lo explica según la humanidad. En tiempos de Abrahán, por ejemplo, se acostumbraba ofrecer sacrificios de personas. Ellos creían que, así, evitaban que Dios se disgustara. En la primera lectura de hoy, Dios prueba a Abraham pidiéndole que sacrifique a su único hijo para agradarle. Abraham supera la prueba y Dios bendice en él a toda su descendencia. Lo que Dios realmente quería probar era la confianza de Abraham en Dios. ¡Cómo está nuestra confianza en el Señor?
SALMO.-  Al creyente le cuesta caminar en la presencia del Señor, acordándose de Él y cambiando el sentir del corazón, especialmente cuando vivimos situaciones difíciles, que llamamos pruebas –aunque sean simple consecuencia de nuestra forma de vivir. Usaremos el Salmo 115 para elevar una alabanza de gran confianza en Dios, en su apoyo y en su justicia.
SEGUNDA.- En el siguiente fragmento de la Carta de San Pablo a los Romanos –que es nuestra segunda lectura de hoy— Pablo nos explica la grandeza del amor de Dios por nosotros: Dios fue capaz de entregar a su Único Hijo por nuestra salvación, para perdonar todos nuestros pecados. Dios es nuestro Padre en el cielo, nos ama y nos protege; por eso podemos caminar confiados por la vida, porque sabemos que Él siempre está cuidando de nosotros.
EVANGELIO.- San Marcos nos narra el misterio de la Transfiguración del Señor. Para Pedro, Santiago y Juan, la palabra ‘muerte’ no pegaba con la espectacularidad de la Transfiguración del Señor que habían presenciado, aunque se la acompañara de la palabra ‘resurrección’ -que tampoco comprendían.  Pero Dios quiso mostrarles que Jesús era su Hijo para ayudarles ante la debilidad de su fe; recordemos que se acercaba la Pasión y Muerte de Jesús y Dios les hizo ver más allá del dolor. Para eso se requería, además, que escucharan al Hijo Amado. También nosotros hemos de hacerlo.

ORACIÓN DE FIELES
1.- A veces parece que, quienes conformamos Tu Iglesia, hemos olvidado Tu manifestación gloriosa en el Tabor. Pedimos que infundas Tu Santo Espíritu en el Papa, los obispos y cada sacerdote, religioso o religiosa, así como en cada bautizado, de manera que veamos Tu Luz y caminemos seguros de Tu compañía y protección. Roguemos al Señor.
2.- Los problemas que vivimos cada día nos abaten y desestabilizan. Creemos que nada podemos hacer. Oramos para que nos restablezcas en Tu amor y queramos permanecer contigo sin importar cuántas dificultades tengamos que superar. Roguemos al Señor.
3.- Hay personas que dan la espalda al dolor y se dejan convencer de que sólo tienen que gozar la vida. Haz, Señor, que nos transformemos y que seamos sensibles al dolor y, con nuestras oraciones y esfuerzos, podamos ser mejores personas y ayudar a otras. Roguemos al Señor.
4.- A veces pensamos que ser buenos ciudadanos es distinto de ser buenos cristianos. Oramos por quienes conformamos nuestra amada Venezuela, para que aportemos esfuerzos por dejar atrás las dificultades que hoy nos afectan y gocemos en su transformación. Roguemos al Señor.
5.- Nuestros hogares viven grandes dolores, pero tienen grandes potencialidades. Danos Tu Luz, Señor, para que podamos fijarnos en todos los valores que los unen y los construyen y vivamos la realidad de Tu amor y de Tu paz. Roguemos al Señor.
6.- Recordamos a muchas personas que fueron parte de nuestras historias personales, pero que ya se han ido de manera definitiva. No les tomes en cuenta, Señor, sus faltas, sino el gran amor que tienes a Tu Iglesia. Roguemos al Señor.
6. Muchos niños y jóvenes están creciendo privados de lo que necesitan, material social o espiritualmente hablando. Oramos por ellos para que, pareciéndose más nuestros corazones al de Jesús, poco a poco se vayan cambiando estas duras realidades de nuestro mundo. Roguemos al Señor.
7.  Por los niños, niñas y jóvenes de la Catequesis, para que vayan más allá de hacer su Primera Confesión o Comunión y descubran que tienen un verdadero Amigo en Jesús, el mejor modelo para sus vidas. Roguemos al Señor.

MURAL DE CUARESMA: II DOMINGO
Luego de nuestro segundo encuentro cuaresmal de Catequesis -y buscando prepararse bien para la Semana Santa-, nuestros catequizandos responden a la pregunta: ’¿Qué podemos hacer para agradar a Dios?’ con estos sencillos dibujos que intentan animarnos -también a nosotros- a hacer un mundo más hermoso. Los símbolos son: MANOS (para quien haya ayudado a hacer algún trabajo en el hogar), CORAZÓN (si ha sido compañía para alguien que sufra soledad), CHUCHERÍA (si ha compartido o trajo limosna o alimento), PIES (pues ha visitado a un enfermo o hecho un mandado, de buena gana y sin recibir pago), LIBRO (por el cumplimiento de sus tareas), MANOS JUNTAS (cuando se haya acordado de rezar), SENTIDOS (cuando los ha usado correctamente) u OTRO que represente su sacrificio.

OFRENDAS
Creemos, muchas veces, que Tú estás con nosotros sólo cuando Te manifiestas de manera espectacular, como en la Transfiguración. Llevamos hasta Tu altar las especies del pan y del vino, convencidos de que Tú actuarás con el mismo amor y poder de siempre. Que al celebrar tu Presencia Eucarística nos abramos a Ti y lo esperemos todo de Ti. Que creamos que sobre el altar ocurrirá el más grande de los milagros. Nuestros sentidos no lo percibirán, pero nuestros corazones lo experimentarán. ¡Gracias, Señor!

ORACIÓN FINAL
Señor, sabemos que estás con nosotros en las buenas y en las malas. Sabemos que eres incomparablemente misericordioso y que actúas con poder en nuestras vidas. Que podamos vivir la experiencia del Tabor en los momentos duros que, seguro, nos tocará presenciar. ¡Gracias, Señor de nuestro Tabor!

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