NOVENA DE NAVIDAD: MISAS DE AGUINALDOS Miércoles 24 de Diciembre de 2014




MONICIÓN DE ENTRADA
¡Muy buenos días para todas y todos ustedes!  ¡Ya ésta es  nuestra última Misa de Aguinaldos! Seguro que nuestros corazones están bien dispuestos para celebrar la llegada del Dios-con-nosotros, el Emmanuel, a nuestras vidas.
Durante nueve días el Antiguo y el Nuevo Testamento nos han sido presentados para que comprendiéramos por qué Dios se hizo Hombre. ¡Su amor se manifiesta en la ternura de un Niño! Amor que nos  transforma y nos da vida, que nos ayuda a vencer las tinieblas del pecado  y a alabar a Dios. Es un amor que renueva a la persona  que Tú creaste. Amor que se hizo Mujer plena en María, quien nos acerca a  Ti, Dios nuestro, porque Tú eres el Poderoso que obras –y seguirás obrando- maravillas. ¡Jesús ya viene!

PRIMERA LECTURA (2Samuel 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16)
Es al reinado eterno y definitivo al que se refiere la Profecía de Natán que nos narra el Segundo Libro de Samuel. Es al reinado de Aquel que, descendiendo de ese linaje, ha de vencer la muerte y darnos la salvación, Jesús. Escuchemos.

Lectura del segundo libro de Samuel
Cuando David se estableció en su casa y el Señor le dio paz, librándolo de todos sus enemigos de alrededor, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios está en una tienda de campaña”. Natán respondió al rey: “Ve a hacer todo lo que tienes pensado, porque el Señor está contigo”. Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL (88, 2-5. 27. 29)
R. ¡Cantaré eternamente tu misericordia, Señor!

Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones. Porque tú has dicho: “Mi amor se mantendrá eternamente, mi fidelidad está afianzada en el cielo. /R.

Yo sellé una Alianza con mi elegido, hice este juramento a David, mi servidor: “Estableceré tu descendencia para siempre, mantendré tu trono por todas las generaciones. /R.

Él me dirá: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”. Le aseguraré mi amor eternamente, y mi Alianza será estable para él. /R.

ALELUYA
Aleluya / Sol naciente, resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven a iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte. / Aleluya

EVANGELIO (Lucas 1, 67-79)
En Zacarías escucharemos la expresión del corazón de un hombre fiel que se asombra y se goza en la obra de Dios, quien nos daría un Salvador desde la casa de David. Como María en el Magníficat, Zacarías proclamará la suerte que corresponderá a nuestros enemigos, de quienes seremos liberados. Por eso no habrá razón para temer, sino para cantar con alegría, porque Dios viene a reinar y ya no tenemos miedo, sino que caminamos en santidad y justicia. Puestos de pie, escuchemos el relato de san Lucas.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas   
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:  “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo.  Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres y acordarse de su santa Alianza.  El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.  Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos y a anunciar a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados.  Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. Palabra del Señor

ORACIÓN DE LOS FIELES
     1.            ¡Bendito sea el Señor en Su Iglesia! Para que sea testimonio de Tu gran poder e instrumento Tuyo de servicio para la humanidad. Roguemos al Señor.
     2.            ¡Bendito sea el Señor en los hombres y mujeres de nuestro tiempo! Que al anunciar el Nacimiento de nuestro Redentor, la paz y la esperanza que cantaron los ángeles, haga que hasta los que han perdido el sentido de sus vidas puedan ser felices. Roguemos al Señor.
     3.            ¡Bendito sea el Señor en los gobernantes y los poderosos! Que puedan abajarse del poder que les aleja de las necesidades de sus pueblos y den gloria a Dios con mandatos de paz y justicia. Roguemos al Señor.
     4.            ¡Bendito sea el Señor en los padres y las madres de familia! Que la transmisión del don precioso de la fe enseñe a todos a confiar en Dios y as{i, actuando como buenos cristianos, modelen la sociedad de los años venideros. Roguemos al Señor.
     5.            ¡Bendito sea el Señor ante nuestros corazones duros! Señor, la gente de nuestro tiempo se ha olvidado de perdonar y pedir. Danos actitudes de humildad y sincero arrepentimiento por nuestros actos para que Tu misericordia nos alcance. Roguemos al Señor.
     6.            ¡Bendito sea el Señor en nuestros difuntos y sus deudos! Para que nuestra fe en Ti nos recuerde que no moriremos para siempre. Te encomendamos a nuestros difuntos y Te rogamos consuelo para quienes hoy los lloran. Roguemos al Señor.
     7.            ¡Bendito sea el Señor en los vecinos y organizadores de esta Eucaristía! Que, colmados de lo que necesitan y alejados de  lo que les daña o aleja de Ti, sean transformados según Tu gran Misericordia. Roguemos al Señor.

OFERTORIO
LUCES
Porque Tu Luz jamás será vencida, sino que vencerá las tinieblas de nuestro pecado  y nos guiará por caminos de la paz.
FLORES (DE NAVIDAD)
Aunque estamos conscientes de nuestra transitoriedad, Señor, estas flores nos recuerdan que somos criaturas Tuyas y que estamos llamados a embellecer nuestras historias personales y comunitarias, dando frutos de vida eterna.
DEVOCIONES (Rosario, imágenes de la Virgen o algún santo)
Te presentamos la fe sencilla de nuestra gente, nuestro deseo de vivir siempre bajo Tu sombra.
LA FAMILIA DE BELÉN
En esta Familia queremos consagrar todas las nuestras a la Familia de Nazaret, para que sean fermento de un mundo nuevo que viva tu Palabra desde la sencillez de sus hogares.
ALIMENTOS
Para los vecinos que están pasando necesidades, como expresión de amor y de respeto y deseo de superación para ellos.
COLECTA
Te entregamos, Señor, esta colecta hecha entre los vecinos y aquí en el templo, suplicándote nos hagas conscientes de nuestra condición personal de Iglesia.
EL ALIMENTO: CÁLIZ Y VINAJERAS
Dulce Jesús Niño, regalo que nos entregó Dios en su infinito amor:  recordamos que Tu entrega en  la Cruz no fue casual, sino Plan de perfecta y total donación de Amor. Ante Ti, el pan de nuestro trabajo, el vino de nuestras vidas, en los que realizarás nuevamente el Milagro Eucarístico de Tu Presencia sanadora y transformadora.
Por todo esto, ¡gracias, Señor!

ORACIÓN FINAL
Oh, Jesús Niño, ¡Señor Dios nuestro! Al concluir esta Novena Preparatoria para la Navidad, nos reconocemos pequeños y muy necesitados de Ti, de Tu amor transformador, de Tu Luz para guiar nuestros pasos por el camino de la Salvación. Amén.

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